Si no has tenido la oportunidad de adquirir esta caja, en este articulo podras leer; en la que ambos repasan, diez años después de su separación, la aventura musical y humana que vivieron juntos, revelando algunos detalles hasta ahora no conocidos.
La edición de la caja Grabaciones completas, devuelve a la actualidad al que fue uno de los grandes grupos de la historia del pop español, El Último de la fila. Esta caja, de exuberante presentación en tamaño LP, recoge los seis discos que grabó el dúo (los tres primeros remezclados, los demás remasterizados), un DVD con interesantes materiales diversos y un libro en tapa dura repleto de fotografías y completado con una entrevista realizada en la actualidad por Diego A. Manrique a Quimi Portet y Manolo García en la que ambos repasan, diez años después de su separación, la aventura musical y humana que vivieron juntos, revelando algunos detalles hasta ahora no conocidos.
Texto: JUAN PUCHADES.
Llegó un momento, a mediados de la década de los 90, en el que El Último de la Fila fue considerado el grupo más importante de la historia del pop español. Con permiso de Mecano, habría que decir. Y midiendo importancia en cifras, en datos de los que apabullan, habría que matizar.
Pero sí, este dúo que vendió cantidades astronómicas de discos y que reventaba todos los espacios en los que actuaba, logró lo que muy pocos han conseguido: alcanzar audiencias masivas y ser acariciados por la crítica; esto último, por lo menos, en la primera parte de su carrera. Y todo ello sucedió de manera inesperada, porque Manolo García y Quimi Portet, cuando el éxito llamó a su puerta (¿entró el amor por la ventana?) ya eran dos veteranos en esto de la música, dos esforzados luchadores que habían visto cómo sus proyectos anteriores fracasaban irremediablemente y ellos, tenazmente, volvían a intentarlo. Muchos otros, en iguales circunstancias, tiraron la toalla, pero esta extraña pareja, cual boxeador que ha recibido tantos golpes que no le importa caer una vez más en la lona, pues la reconoce como amiga, se levanta de nuevo y lo intenta una vez más, lanzando un golpe al aire y... Mire usted por dónde, en 1987 un disco que remezclaba –falta hacía– temas de sus dos primeros álbumes como El Último de la FIla, dio el golpe definitivo, el que les llevó no sólo a ganar el combate, sino a hacerse, desde ese momento y por unos cuantos años más, con el título nacional.
ANTECEDENTES
Manolo García (Poblenou, Barcelona, 1955) dibujaba y pintaba pero, además, cantaba y tocaba la batería en orquestas, hasta que en 1980 se montó un grupo pop, Los Rápidos. Formación que graba como banda de apoyo parte de Tengo una idea (1980), el primer LP de Sergio Makaroff –en el que Manolo aporrea la batería e incluso se puede escuchar en algunos coros claramente su voz– y un único trabajo, en ese mismo 1980, llamado como el grupo, Los Rápidos, para la multinacional EMI que circula entre la avanzadilla moderna del pop español, pero poco más. Se recuerdan, eso sí, los salvajes directos en los que destrozan televisores en escena y hacen, sobre todo Manolo, los burros con fruición.
Los Burros será precisamente el nombre de la siguiente experiencia de Manolo García, en la que se suman parte de Los Rápidos y se incorpora Quimi Portet (Vic, Barcelona, 1957), hasta entonces líder de Kul de Mandril. Esta vez graban para el muy folclórico sello Belter, para el que Manolo hacía diseños (ay, ¡seguro que de forma anónima!). De nuevo, no pasa nada, pero para la historia quedan dos canciones: "Huesos" y "Mi novia se llamaba Ramón". Vienen tiempos de incertidumbre, pero Manolo y Quimi lo intentan una vez más, transformando a Los Burros en El Último de la FIla, un dúo en el que va a destacar notablemente la forma de cantar que Manolo ha definido en canciones como "Huesos": una suerte de voz educada en el rock pero con maneras andalucistas, más deudoras de la copla que del flamenco.
LA PRIMERA PARTE
La primera etapa de la trayectoria de El Último de Fila es la que les lleva hasta el disco de 1988 Como la cabeza al sombrero, la más inquieta, en la que el dúo sienta las bases de un sonido que tiene su parte más rockera en las guitarras eléctricas de Quimi Portet, su punto de fusión en los aires morunos de algunas melodías y el lado flamenco de la voz de Manolo García, además de esas guitarras acústicas (su lado folk) y españolas que se dejan caer aquí y allá. Sin olvidar, no se puede obviar ni por un segundo, el universo literario del que hacen gala, en el que se combinan mensajes sociales, retratos del que conoce bien el barrio pobre, unas luminosas metáforas y un surrealismo de lo más estimulante. Con la suma de todos estos elementos se obtiene la fórmula que da lugar al sonido de El Último de la Fila. El que capturó a la crítica musical –en 1984 ganan el concurso de maquetas de la revista Rock Espezial; y desde ahí todo fueron parabienes– y, posteriormente, fue calando en el público.
Aunque tuvieron una oferta de una compañía grande, esta llegó cuando Manolo y Quimi estaban negociando la firma con la independiente barcelonesa PDI y, en un gesto que definirá la actitud posterior de ambos, deciden desoírla y quedarse con el pequeño sello catalán. Con el que grabarán en 1985 el primer disco, Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana, el que contenía temas como "Dulces sueños", "El loco de la calle", "Querida Milagros". Un álbum que vende, en sus primeros meses a la venta 30.000 copias, cifra que doblan con Enemigos de lo ajeno –recordemos canciones tan logradas como "Lejos de las leyes de los hombres", "Insurrección", "Mi patria en mis zapatos", "Aviones plateados", "No me acostumbro"...–, el segundo trabajo, publicado en 1986. Hoy, con la crisis del disco, pueden parecer datos muy notables, pero por aquel entonces resultaban, simplemente, correctos y prometedores.
Estos dos discos hay que considerarlos casi como un todo, pues ambos padecen de los mismos defectos, o virtudes, según se mire: un sonido deshilachado, una pobre producción –con Portet y García como coproductores del primero y productores del segundo– y un grupo con enormes y frescas canciones pero que, claramente, graba con poco presupuesto. El siguiente disco del grupo parece confirmar que el mayor problema de esas dos iniciales entregas se encuentra en las mezclas. Pues El último de la fila. Nuevas mezclas se trata de, precisamente, un recopilatorio en el que se agrupan los mejores temas de esos dos álbumes vueltos a mezclar, lo que los hacer ganar en profundidad y claridad. Nuevas mezclas será a la postre el disco que dispara a El Último de la Fila, el que les lleva a vender trescientas mil copias y a situarlos en el primer plano musical.
Como nota al margen, destaquemos que en 2008, para la caja que nos trae aquí, Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la venta y Enemigos de lo ajeno han sido mezclados y remasterizados por entero y se nota, y mucho.
Para su siguiente trabajo, el tercero con canciones nuevas y el último para PDI, el dúo ha aprendido la lección y Como la cabeza al sombrero (1988) se graba en Francia, con tiempo, sin prisas. Quimi y Manolo, los productores, ordenan sus ideas y definen el disco que representa como ningún otro el verdadero sonido de su proyecto. Aquí está la marca de la casa rediseñada, pulida, mejorada, ofreciendo lo mejor de ella misma. El público lo recibe con los brazos abiertos y entran por la puerta grande en la primera división: giran en grandes espacios y cierran con, lo nunca visto, seis conciertos en el pabellón de deportes del Real Madrid. Pero, indefectiblemente, se ha cerrado una etapa.
SEGUNDA, Y ÚLTIMA PARTE
Para afrontar la que sería la segunda y última parte de la trayectoría de El Último de la Fila, Quimi Portet y Manolo García, libres del contrato con PDI decidieron crear su propio sello, Perro Records –una empresa que hoy sigue en marcha y que se encarga de los asuntos profesionales de ambos–. Una discográfica independiente que firma con la multinacional EMI la comercialización de sus discos. Esta decisión hay que englobarla en el espíritu independiente que guiaba la trayectoría del grupo y que marcaba muchas de sus decisiones: se negaban a aparecer en televisión interpretando playback, controlaban el precio de las entradas de sus conciertos y decidían en completa libertad qué pasos querían dar. Es decir, se reservaron el derecho a decir no, privilegio de muy pocos.
El primer disco de esta nueva etapa es Nuevo pequeño catálogo de seres y estares (1990), el que lucía un montón de logotipos de organizaciones ecologistas, y que junto a Astronomía razonable (1993) y La rebelión de los hombres rana (1995) viene a conformar una trilogía que bien podríamos llamar como la de la pérdida de la alegría. Sí, si hasta entonces la obra de El Último de la Fila se había caracterizado por una muy saludable búsqueda constante, ahora esta ha terminado y el dúo se recrea en sus propias hallazgos, en sus propios aciertos, pero también en sus propios tics, en sus propios clichés. Así, los discos tornan más opacos –en música y textos–, sin aquella loca alegría de antaño, más tristes. Algo que, sin embargo, parece no importarle demasiado a sus seguidores. Pero los datos –de nuevo los datos–, las cifras de venta, los conciertos ofrecidos y las miles de personas que asisten a los mismos no logran paliar lo plano de la última parte de su discografía, en la que ni apuntes de cuerda o algo de country logran levantarlos. Su sonido se ha estandarizado, ellos le llaman estilo –así se defendían de las acusaciones que en la época les hacía la crítica–, pero olvidan que el estilo no debe de estar, necesariamente, reñido con la evolución, y ellos se aferraron en exceso a su propio formato, por momentos (La rebelión de los hombres rana) hasta parecen ensimismados en él.
El 13 de enero de 1988, El Último de la Fila anunciaba su disolución. Como hiciera Radio Futura, El Último de la Fila cerraba sus puertas en la cumbre, cuando el público todavía no se había cansado de ellos. Una decisión detrás de la cual se encuentra Quimi Portet, quien, simplemente, prefería tomarse el vermut con sus amigos (así lo expresa en el libro que incluye la caja Grabaciones completas) a seguir adelante con una máquina exportable (sus discos se editaron en algunos países europeos y latinoamericanos), imparable y, porque, según Quimi, los grupos son cosas de jovencitos y "de mayor quieres funcionar sin consultar con nadie".
EPÍLOGO
Tras la aventura de El Último de la Fila sucedió lo que parecía previsible: Manolo García, la voz y la imagen del grupo arrastró al público que los seguía en una carrera que, musicalmente, no se ha apartado demasiado de la que le dio fama, aunque muchas de sus producciones induzcan al bostezo del oyente. Por su lado, y también era previsible, Quimi Portet se recluyó en la Plana de Vic: tanto le gustaba diseñar el sonido de los discos que acabó por montarse su propio estudio de grabación y ha ido grabando una serie de discos en solitario, cantados en catalán, en los que ha explotado una vena surrealista-humorística que él debe pensar que es muy deudora de Sisa pero que, por momentos, producen un cierto sonrojo ajeno y, al igual que los discos de Manolo, no es raro que induzcan al sueño. Lo cual demuestra que la unión de ambos produjo la química que funcionó, la que explotó en aquellos tres primeros discos en los que dieron lo mejor de sí mismos.
Tomado de esta revista
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